Si
bien no se ha difundido todavía el informe completo de la junta médica que
realizó los estudios requeridos por el magistrado al cuerpo de la víctima, los
trascendidos permiten saber que la joven fue objeto de un ataque sexual, que
recibió múltiples golpes, y que su deceso se produjo como consecuencia de una
asfixia por ahorcadura manual.
En
entradas anteriores se trató el tema relativo a muchas incongruencias que
aparecían entre los datos que proporcionaba el informe de la autopsia
practicada por el Dr. Héctor Konopka y un supuesto perfil psicopático de
personalidad que se atribuía al autor del hecho, sin tener en cuenta muchas
variables que no aparecían con la suficiente claridad en la información
disponible.
Las
conclusiones emitidas en el informe de esta junta médica proporcionan, por el
contrario y con una suficiente certeza, información de relevancia respecto de
la dinámica del hecho y por lo tanto permiten llegar a un saber acerca del
autor del crimen.
En
este punto creo importante destacar que resultaría descabellado y temerario
tomar en consideración las argumentaciones defensistas de uno de los peritos médicos de parte, quien mencionó la posibilidad de que algunas lesiones observables en
el cuerpo de la joven pudieran encontrarse originadas en prácticas sexuales
consentidas y con características de sadomasoquismo.
Poner
la perversión sexual y la patología del lado de la víctima parece guardar una
similitud con la igualmente temeraria manifestación del único procesado por el
homicidio, quien durante su declaración indagatoria sorprendió imputándole al
juez el delito de haberle “armado” la causa por la que se encuentra con prisión
preventiva.
Qué
perfil pensar para el autor del homicidio?
Las
conclusiones del último informe médico parecen ser decisivas: un ataque brutal,
golpes, asfixia, estrangulamiento, efectividad al matar y al deshacerse del
cuerpo como un resto, como un deshecho, y otras particularidades ampliamente
estudiadas y debatidas por los profesionales de la criminalística y criminología.
Un
ahorcamiento manual, sosteniendo durante largos minutos el acto de llevar a la
víctima hasta la muerte, hoy sólo parece revelar una certeza al matar que se
aleja de la duda y de la culpa neuróticas y se acerca al goce de ver morir a la
víctima en sus manos. Un goce en el poder sobre el otro, un goce en el llevar a
otro a ese sometimiento y padecimiento extremos. Probablemente un equivalente
de la satisfacción genital que no pudo ser debido a la resistencia de la
víctima. Tal vez aun mayor, tal vez el frenesí y, tal vez, una impotencia que
convierte en poderío.
Un
sujeto capaz de engañar con eficiencia para conducir a la víctima a un espacio
previamente elegido y así poner en acto una fantasía que venía casi
monopolizando su psiquismo desde hacía tiempo, pero ese día, y no otro, algo le
dijo que era el momento. Pero fantasía y realidad se le mostraron con una máxima
diferencia. Y un máximo de frustración. Y sabemos que ellos carecen de
tolerancia a las frustraciones. Ir para adelante, sin detenerse, y hasta matar.
Esta obra cuyo autor es Lic. Germán G.De Stéfano está bajo una licencia deReconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de CreativeCommons.
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