26/8/13

Ángeles Rawson: Sobre El Autor Del Crimen

Si bien no se ha difundido todavía el informe completo de la junta médica que realizó los estudios requeridos por el magistrado al cuerpo de la víctima, los trascendidos permiten saber que la joven fue objeto de un ataque sexual, que recibió múltiples golpes, y que su deceso se produjo como consecuencia de una asfixia por ahorcadura manual.
En entradas anteriores se trató el tema relativo a muchas incongruencias que aparecían entre los datos que proporcionaba el informe de la autopsia practicada por el Dr. Héctor Konopka y un supuesto perfil psicopático de personalidad que se atribuía al autor del hecho, sin tener en cuenta muchas variables que no aparecían con la suficiente claridad en la información disponible.
Las conclusiones emitidas en el informe de esta junta médica proporcionan, por el contrario y con una suficiente certeza, información de relevancia respecto de la dinámica del hecho y por lo tanto permiten llegar a un saber acerca del autor del crimen.
En este punto creo importante destacar que resultaría descabellado y temerario tomar en consideración las argumentaciones defensistas de uno de los peritos médicos de parte, quien mencionó la posibilidad de que algunas lesiones observables en el cuerpo de la joven pudieran encontrarse originadas en prácticas sexuales consentidas y con características de sadomasoquismo.
Poner la perversión sexual y la patología del lado de la víctima parece guardar una similitud con la igualmente temeraria manifestación del único procesado por el homicidio, quien durante su declaración indagatoria sorprendió imputándole al juez el delito de haberle “armado” la causa por la que se encuentra con prisión preventiva.
Qué perfil pensar para el autor del homicidio?
Las conclusiones del último informe médico parecen ser decisivas: un ataque brutal, golpes, asfixia, estrangulamiento, efectividad al matar y al deshacerse del cuerpo como un resto, como un deshecho, y otras particularidades ampliamente estudiadas y debatidas por los profesionales de la criminalística y criminología.
Un ahorcamiento manual, sosteniendo durante largos minutos el acto de llevar a la víctima hasta la muerte, hoy sólo parece revelar una certeza al matar que se aleja de la duda y de la culpa neuróticas y se acerca al goce de ver morir a la víctima en sus manos. Un goce en el poder sobre el otro, un goce en el llevar a otro a ese sometimiento y padecimiento extremos. Probablemente un equivalente de la satisfacción genital que no pudo ser debido a la resistencia de la víctima. Tal vez aun mayor, tal vez el frenesí y, tal vez, una impotencia que convierte en poderío.
Un sujeto capaz de engañar con eficiencia para conducir a la víctima a un espacio previamente elegido y así poner en acto una fantasía que venía casi monopolizando su psiquismo desde hacía tiempo, pero ese día, y no otro, algo le dijo que era el momento. Pero fantasía y realidad se le mostraron con una máxima diferencia. Y un máximo de frustración. Y sabemos que ellos carecen de tolerancia a las frustraciones. Ir para adelante, sin detenerse, y hasta matar.

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