El delirio es una
“…perturbación del contenido del pensamiento, producto de un juicio desviado y
tendencioso, que elabora una trama más o menos compleja, más o menos verosímil
o absurda, pero siempre patológicamente errónea, y de cuya realidad el enfermo
tiene una completa certeza y se mantiene irreductible en sus convicciones.”
Respecto del juicio
puede señalarse que cumple su función por medio de dos etapas. La primera etapa
de elaboración se realiza a través de la relación e identificación y la segunda
etapa crítica se cumple por medio de la comparación y valoración.
Respecto del error
patológico lo que puede decirse es que el mismo se diferencia del error normal
en que es irreductible, no es alcanzado por la experiencia, ni por la
demostración, ni por la persuasión.
Este error
patológico se deriva de la falla de la función judicativa que se evidencia en
el sujeto delirante por una comparación y valoración desviadas.
Estos conceptos, si
bien tienen una gran importancia en el momento de determinar acerca de la
existencia de una ideación delirante, y junto con otros conceptos vinculados
con el grado de sistematización del delirio, su argumento y mecanismo de
formación predominante, etc. pueden también orientar hacia un diagnóstico, no
deja de tener importancia poder llegar a saber algo sobre el por qué de su
contenido y argumento, aún cuando esto constituya únicamente una inquietud del
examinador, y hasta pueda ser irrelevante respecto de las conclusiones
periciales relativas al estado mental del imputado en el momento de los hechos
que motivaron su detención.
Construcciones en
Psicoanálisis (1937) es uno de los textos en los que Freud sostiene que el
delirio debe su poder de convicción a un elemento de la verdad histórica que se
viene a insertar en el lugar de una realidad rechazada. El delirio viene a
llenar este vacío y en este sentido Lacan dirá que el delirio es una metáfora
suplente. Freud dice que debe su poder al elemento de verdad histórica que han
traído del pasado primigenio, de lo anterior a la represión primaria. El
delirio, por un lado en el lugar de una realidad rechazada, en el lugar de lo no inscripto y, al mismo tiempo,
dando cuenta de esa verdad primigenia.
En este mismo sentido Freud sostiene respecto de las alucinaciones que lo que se presenta es algo visto u oído, algo vivenciado por el sujeto, y es de esta manera que afirma que tanto las alucinaciones como los delirios son verdades históricas, por "algo" se alucina una cosa y no otra, siendo el delirio contrainvestidura y por este motivo también restitutivo. En el Manuscrito H Freud habla del delirio como contrainvestidura y de la homologación del delirio con el Yo en tanto plantea precisamente al Yo como contrainvestidura.
En este mismo sentido Freud sostiene respecto de las alucinaciones que lo que se presenta es algo visto u oído, algo vivenciado por el sujeto, y es de esta manera que afirma que tanto las alucinaciones como los delirios son verdades históricas, por "algo" se alucina una cosa y no otra, siendo el delirio contrainvestidura y por este motivo también restitutivo. En el Manuscrito H Freud habla del delirio como contrainvestidura y de la homologación del delirio con el Yo en tanto plantea precisamente al Yo como contrainvestidura.
De aquí partirá el
trabajo de poder relacionar la temática delirante con la historia y llegar a
saber algo acerca de la manera en que determinados acontecimientos y relaciones
condujeron a la enfermedad actual y así, tal vez, poder encontrar en algún caso
una explicación que traspase la frontera del diagnóstico y nos acerque a un por
qué.
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